San Francisco es una ciudad atípica. A diferencia de otras ciudades americanas, no es enorme, ni caótica, ni ruidosa, y sushabitantes sonríen al visitante en cualquiera de las circunstancias en las que se encuentre. Tal vez su historia tenga algo que ver en esto, y es que la ciudad pasó de ser un pequeño pueblo a una gran ciudad en tiempo récord como consecuencia de la Fiebre del Oro de 1849. Reminiscencia de un pasado que continúa en la memoria de todos los ‘sanfrancisqueños’, que es como se conoce a sus habitantes.
El eterno problema de San Francisco no es qué ver en la ciudad, sino más bien qué no ver en un lugar cargado de historia escrita a golpe de reivindicación como la que marcaron los escritores de la generación ‘beat’, los hippies del Verano del Amor y el Flower Power de finales de los años 60′ o los homosexuales que hoy forman una de las comunidades más numerosas de Estados Unidos. San Francisco sigue sustentando, hoy por hoy, su emblema como capital de la contracultura.
Entre sus monumentos más famosos se encuentran el Golden Gate Bridge, Fisherman’s Wharf,Alcatraz, Lombard Street o Chinatown -San Francisco cuenta con la comunidad china más grande e influyente fuera de su país-. Lugares de sobra conocidos por el viajero que disfrutará descubriendo que la realidad siempre supera la ficción si la ciudad de la hablamos se llama San Francisco.
Dos excursiones imprescindibles en cualquier cuaderno de viaje son, además, Sausalito y Napa Valley. La primera, es un pequeño pueblo de apenas diez mil habitantes; sus calles son tranquilas y sus casas pequeñas propias de una arquitectura colonial. Con una luz especial, desde Sausalito se distingue la silueta de la isla de Alcatraz -conocida como la Roca- y se contempla la vida pasar a través de los barcos que navegan cruzando el Golden Gate.
En Napa Valley todo cambia. El mar se vuelve tierra y de ella nacen las vides de las que brota el fruto que ofrece algunos de los mejores vinos del mundo. Una buena forma de captar la verdadera esencia de Napa Valley es a bordo del Wine Train. Este tren construido en 1952, y totalmente restaurado con exquisito gusto y detalle, recorre los históricos viñedos de la pintoresca localidad de Santa Elena sobre unos raíles amarrados al suelo desde 1860. A bordo, tres intensas horas de viaje, tiempo suficiente para sumergirse en el fascinante mundo del vino. Un vagón de cata, un vagón-cocina donde un equipo de casi quince cocineros, capitaneados por el chef Kelly Macdonald, preparan verdaderas delicatessen culinarias que podrás degustar a bordo, y entre las que se incluyen platos típicos californianos como el ‘Rack of Lamb’ (costillar de cordero), tan aclamado en la zona.
De vuelta a la ciudad, y con el apetito más saciado, es imprescindible dejarse llevar por los lugares más representativos de San Francisco. Una buena forma de obtener una perspectiva interesante de ellos es a bordo del tranvía, el medio de transporte por excelencia desde finales del siglo XIX. De las tres líneas de la ciudad, la más conocida, típica y antigua es la de Powell-Hyde, desde donde mejor se divisan las empinadas
calles y colinas de la ciudad.
Capital de la cultura, el teatro, la ópera, el ballet o cualquiera de las variedades de las artes escénicas están presentes en la ciudad. El Museo de Arte Moderno, el Museo de Arte Asiático, la Legión de Honor y la Academia de las Ciencias de California completan la oferta cultural de una ciudad inconformista empeñada en superarse a sí misma.
Su fidelidad a la buena vida ha convertido a San Francisco en uno de los destinos gastronómicos más apreciados y es que, gracias a su clima mediterráneo y a su privilegiada situación -bordeada por elocéano Pacífico-, la ciudad es caldo de cultivo de las materias primas más frescas cocinadas con verdadero mimo en los restaurantes de la ciudad y del resto de América. Algunos de los mejores ejemplos donde disfrutar de esa magnífica gastronomía son el Café de la Presse, Espetus o Le Colonial. Café de la Presse es un precioso bistró ultra-chic situado en un lugar estratégico entre la archiconocida Union Square y las puertas de Chinatown. Ambientado como si fuera un restaurante de los años 30′, el Café de la Presse es un mini París en mitad de San Francisco donde se reúnen personalidades del arte y la literatura de la ciudad. En Espetus o Le Colonial probarás los sabores del mundo ‘made in’ San Francisco; Brasil o Vietnam al alcance de los paladares más exigentes sin salir del centro de la ciudad. Todo, por supuesto, acompañado de un buen vino californiano.
La vida nocturna en San Francisco es un escenario de luces, sonido y movimiento. Distritos como South of Market Street y Mission acogen actualmente los clubes más famosos de la ciudad; lugares donde disfrutar de una buena sesión de música en vivo, jazz, blues y divertidas noches como las que encontrarás en Asia SF, uno de los locales recién llegados a la ciudad pero que ya ha sabido situarse entre los mejores para tomar un buen cóctel, según la prestigiosa revista Bon Appétit. Pisco Latin Lounge es otro de los clubes de moda. Este coqueto lounge está considerado como uno de los mejores locales; su propietario y chef, James Schenk, es un americano de madre peruana y padre suizo que cuida con mimo a sus clientes ofreciéndoles “lo mejor de las tres culturas gastronómicas que conoce; la americana, la peruana y la suiza”, según Schenk.
El descanso del viajero es algo deseado y bien merecido tras una intensa jornada. El legendario y cinematográfico hotel Fairmont se antoja como una inteligente elección cuando entre las preferencias de los huéspedes se encuentra dormir entre históricos muros que incluso lograron mantenerse en pie tras el devastador terremoto ocurrido en 1906. De estilo clásico y refinado, el hotel cuenta con una céntrica ubicación y unas inolvidables vistas a la bahía de San Francisco.
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